lunes, 29 de marzo de 2010

El Edén; ¿Un lugar de salida o de llegada?

Aunque mucho se parece a un cuento para niños, la Biblia lo dice claramente, vivíamos en el Paraíso, nos portamos mal, el Padre se enojo y nos echo. Desde entonces andamos perdidos sin saber a donde ir o donde buscar, pero con la infantil certeza, de que el Edén esta ahí, esperándonos. Imaginemos por un momento que fue así, el Padre nos echó, la pregunta es ¿para que? ¿Para castigarnos? ¿Puede Dios, el Amor, enojarse? Creo que no es tan así, entonces, ¿Qué enseñanza se esconde detrás de este “desterramiento”? ¿Donde estábamos, cuando nos echo? Claramente acá en la tierra, este ser viviente que nos da y nos quita todo lo que somos, no solo a nosotros los humanos, sino también a todo el resto de las especies.

La ciencia dice que, la vida tal como la conocemos comienza de la acción entre el sol y la tierra, entre ellos han producido este fenómeno que llamamos vida, entonces este lugar, la tierra es simbólicamente la madre y el sol, también simbólicamente nuestro padre, si así lo fuera, ¿por que? el padre/sol nos echo de la madre/tierra, o mas profundamente para nosotros los hombres ¿Que significa salir de la madre? Esta es la pregunta para los varones de hoy, ¿Como aprehenderemos a abandonar el aspecto infantil que gobierna nuestras vidas?

Quienes abordamos temáticas masculinas creemos que no hay tiempo que perder, dejar los refugios, abandonar nidos, dejar de escondernos es una necesidad inmediata si queremos reestablecer la cadena de hombres, no alcanza con haber desplegado sensibilidad, eso esta muy bien, pero no es suficiente, o sea también debemos desterrar el “Palermo sensible” como única alternativa, pero como hacerlo cuando somos los herederos del ser “buenitos para mamá” del no te pelees, del “cuidado” no te golpees, no te lastimes. Pero mamá no tiene la culpa, hace lo que puede porque ella esta exigida a obtener lo mejor para sus hijos y siente que eso es lo mejor y quizás sea así cuando somos chicos, el problema es la secuela de esto cuando ya no lo somos y como madurar y transformarnos en verdaderos varones.

Debemos comenzar por aceptar la realidad tal cual es, pero la parte infantil que a todos nos habita, cree que la vida es muy dura y entonces anhelamos algo que en realidad no existe, hay en nosotros los hombres un profundo anhelo de que la vida no sea lo arbitraria que es, pero ¿como seria esto posible?. Nos cuesta salir al mundo y realizarnos como verdaderos varones, desplegando confianza en una sana competencia, con masculinidad y con fuerza creativa, construyendo sin mesianismos piramidales y cuando lo hacemos, es siempre para satisfacer deseos femeninos profundamente arraigados en nuestra psiquis.

Entonces es urgente juntarnos, acompañarnos, darnos fuerza para salir del Edén, caminar en el silencio de la noche, guiados y a la vez guiando a otros, ayudarnos a prender el fuego común y despedirnos de la adolescencia que todavía nos habita, y con esa chispa encender el propio fuego, sentirlo y tolerarlo en el cuerpo, descubrir con los propios ojos los miles de fueguitos encendidos en la tierra y levantar la mirada y comprender a los millones de fueguitos que desde el cielo nos miran, un espejo allá de lo que hacemos acá y también viceversa, y así transitar la noche de la vida, a veces a tientas a ciegas, otras sintiendo el acompañamiento de aquellos seres que ya recorrieron el camino, o compañeros que van apareciendo solo para transitar un tramo de la vida, sentir el viento, tolerar el frío, aunque parezca lo mas duro de la existencia y recorrer en nuestras conciencias lo hecho por cada uno y lo que nos falta hacer, honrar nuestros antepasados en nosotros, en cada una de las etapas, de cómo el garrote de las cavernas se transforma en la vara del mago, del sabio, y así hasta que salga el sol, el padre, aquel que nos empujo a salir del Edén, simplemente porque teníamos que crecer, quizás todavía no hayamos aprendido a soportar su potencia, su energía vital, esa que nos invita cada noche a cabalgar en campo de las estrellas.

Que la tierra sea el Edén o el Infierno parecería ser una decisión, una simple forma de ver, el Edén entonces, podría ser un lugar de llegada no de partida, allí comienza la verdadera aventura, el encuentro con la potencia del padre sol, aquello que también me da vida, porque si logramos ese profundo encuentro con la energía masculina, habrá dejado de ser un refugio, un nido, para ser un lugar desde donde desplegar la “fuerza masculina encausada creativamente” ese misterio que todavía no puede ser revelado, pero donde el amor será una realidad insustituible en nuestros corazones.

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